Imagen por Malena San Juan, intervención sobre un aviso publicitario de la época.
GRUPOS DE RIESGO AREA LABORAL, SECTOR INDUSTRIAL
Entrevista a Juan Díaz
Transcripción de
entrevista realizada por Silvia Bravo en “Anteproyectos varios de interés
actual”, Senado de la Nación ,
Dirección Comisiones, 1987
Nota de la redacción: Juan
Díaz, es Rubén Díaz ("Negro" o "Polaquito" como lo llaman
sus compañeros y amigos) autor de "Esos claroscuros del alma. Los obreros
navales en la década del '70", Buenos Aires, El Sueñero, 1999.
Sr. Juan Díaz,
Asesor trabajador en materia de salud
ocupacional.
Lo que ocurre
en mi caso personal es que trabajé en el Instituto de Medicina de Trabajo e
integré una comisión obrera de control de la higiene y la seguridad. Entonces
puedo tomar los dos aspectos del problema que a mi modo de ver son centrales.
Uno de esos
aspectos son las condiciones de trabajo en que los obreros desarrollan sus
tareas. El otro es la manera en que los mismos obreros pueden ejercer el
control de esas condiciones de trabajo. Esto es fundamental, porque el
trabajador ya no está delegando su confianza en la patronal o en el Ministerio
de Trabajo o en la posibilidad de que un médico de fábrica sea bueno.
Esto lo digo
porque cuando un trabajador entra a una fábrica no sabe en qué condiciones de
salud está. Por ejemplo, para entrar a una fundición puede ser que a la
empresa no le interese mayormente el estado de salud de este futuro obrero; si
está un poco enfermo igual entra. Esto depende de las condiciones que exija la
empresa. En otros casos la salud del futuro operario debe ser óptima.
En este
momento, como sobra mano de obra se selecciona mucho al personal. Las empresas
se pueden dar el gusto de elegir las edades. El estado físico y el nivel de
educación son aspectos que toda empresa tiene en cuenta, pero según las épocas
se hace más o menos hincapié en eso. Por ejemplo, en cierto momento se pedía
gente de entre 25 y 35 años. En períodos de alza en la combatividad de los
trabajadores no querían gente de menos de 35 o 40 años; convenía, además, que
la gente fuera casada y con hijos.
El ambiente de
trabajo es un aspecto fundamental que hay que investigar mucho, porque
realmente en la Argentina
actual las condiciones en que los trabajadores desempeñan sus tareas es una
olla podrida que de algún modo hay que empezar a destapar.
En el caso de
la minería el 80 por ciento de los trabajadores tiene problemas pulmonares, no
sólo uno sino varios: neumoconiosis, enfisema, etcétera. Pero además hay
problemas cardiovasculares, óseos, algunos producidos por el ruido,
psicopatológicos derivados de las condiciones de trabajo y también de las
condiciones de vida. El estudio de todos estos factores tiene que hacerse con
un criterio totalizador. Fueron experiencias que se comenzaron y que habría que
haber continuado. Por ejemplo, un obrero minero sabe que su futuro es la
muerte. No sabe a qué edad puede ser: a los 40, a los 50 años, o puede
ser que a los 50 años no le llegue la muerte pero quede inválido. Porque la
neumoconiosis en determinado grado es irreversible; el minero no puede volver
a trabajar mientras viva.
Para el
trabajador eso representa el hecho de que finalmente se acomoda a lo que le
espera, vale decir que lo ve como una fatalidad. Y aun sabiendo que se va a
morir, en algunos casos prefiere no pelear. Esto configura un grave cuadro
psicológico: además del miedo a represalias por parte del empleador, hay una
cuestión que está en la parte del salario que conforma la falta de infortunios.
Digo esto
porque en la época de Martínez de Hoz una buena parte del salario estaba dada
por la asistencia al trabajo y por el premio a la producción. Perder un día de
trabajo significaba perder una buena parte del salario, y entonces preferían
ir al trabajo. Actualmente pasa algo parecido. No se denuncia un accidente y se
continúa en otras tareas. Esto es muy frecuente en las empresas. Hay algunas
importantes, en la Argentina ,
que publicitan el hecho de que hace 200 o 300 días que no ocurren accidentes.
No es que no ocurran accidentes sino que no han sido denunciados. Sucede que al
no ser un accidente relativamente grave, los obreros van al trabajo y allí
hacen otras tareas. Entonces, "no hay accidentes".
…………………………………..
En nuestro país
no hay estadísticas prácticamente sobre nada relacionado con salud. En la OMS y en la OIT la Argentina figura en
blanco.
…………………………………...
Me parece que
en la Argentina
una condición básica en este momento es la puesta en práctica, a través de los
organismos sindicales, del Estado o de las propias comisiones internas, cuerpo
de delegados, seccionales, etc., de la participación obrera en el control de la
producción. Porque no hay garantía de que el Estado o las entidades sindicales
se ocupen de eso. El artículo 14 bis de la Constitución es claro
en cuanto al control de la producción. Yeso significa mucho, en líneas
generales. Es mucho más que el control obrero de las condiciones de higiene y
seguridad: significa también el control de la producción y la participación en
las ganancias.
Entonces, la
filosofía general ampararía el hecho de las comisiones internas. Pero no sé
dónde se desarrolla esa cuestión o si es comprendida cabalmente por las
organizaciones o por el propio trabajador. Teóricamente, a través de esas
comisiones se generarían hechos muy importantes dentro de la organización de
los trabajadores.
Pero esto que
digo sería teórico si yo no lo hubiera vivido; la experiencia que nosotros
tuvimos fue muy importante aunque no haya sido larga, sobre todo la
transformación que de alguna manera sufrimos todos a través de esa experiencia.
Una de las
claves es que haya paritarias. Ahí puede ser que se discutan problemas
salariales. Para discutir condiciones de trabajo es necesaria una preparación:
en principio la comprensión de la ley (la 19.587) y luego las condiciones
particulares en que se desenvuelven los trabajadores en determinados gremios.
Esas condiciones son muy diversas porque en un mismo gremio puede haber
empresas con maquinarias obsoletas y otras con maquinarias en buenas
condiciones.
Puede ser
cierto que con la lucha por lograr la insalubridad se esté cambiando salud por
plata. Tal vez en este momento no se puedan brindar soluciones muy
importantes, pero la experiencia nos indica que en el astillero, mientras
funcionaron las comisiones de seguridad e higiene no ocurrieron accidentes
graves en ningún caso. Hablo, por lo menos, de los dos astilleros más
importantes de la zona, Astarsa y Mestrina, cuando habitualmente era bastante
común o un "signo" del gremio que cada barco se llevara uno, dos o
tres muertos.
A partir de
nuestra gestión se empezaron a mejorar inclusive las condiciones de la
producción. Se modificaron algunos aspectos de ésta. Por ejemplo en el
astillero donde yo trabajaba funcionaba, por supuesto, la sección Arenado. En
ella se usaba arena para pulir los metales, para después pintarlos. Era la
manera más fácil de hacerlo. Esa sección se encontraba en el medio del taller.
Pero gente que estaba en un radio de 20 o 30 metros también sufría
los problemas de la silicosis. Había que cambiar entonces esa situación o de lo
contrario toda la gente que estaba ahí tenía que obtener la insalubridad de su
tarea, aunque su trabajo específico no lo fuera. Y el astillero decidió cambiar
esa situación.
La situación
particular de cada trabajador se discutía con el cuerpo de seguridad de la
empresa. Este cuerpo estaba formado por técnicos en seguridad. Además nosotros
teníamos nuestra comisión obrera de control de seguridad. El Instituto (de
Medicina del Trabajo), en el momento en que yo me desempeñaba ahí, asesoraba a
los trabajadores -a través de las comisiones obreras, cuerpos de delegados,
etcétera- sobre condiciones de trabajo. Se dictaban cursos, seminarios y se
investigaba. Además, la
Universidad Tecno lógica Nacional tenía sus propios técnicos,
que trabajaban en conjunto con nosotros y efectuaban inspecciones en fábricas.
…………………………….
Una cuestión
que surge bastante a menudo, con respecto a ciertos trabajos insalubres, es de
qué manera un empresario puede resolver los problemas de ruido, por ejemplo, en
determinada sección de la fábrica, ya que si tuviera que adaptar totalmente las
máquinas productoras de ese riesgo que es el ruido, el costo sería tan elevado
que tendría que cerrar la fábrica para poder cumplir con la legislación.
El planteo, a
mi entender, es tremendista. Lo que sucede es que jamás se llega al punto de
medir cuáles son los parámetros viables para la salud del trabajador y tampoco
se llega a modificar la maquinaria. En países más adelantados la modificación
de las máquinas la hace fundamentalmente el propio trabajador. Este vive una
intimidad con la máquina; es el único que la conoce casi a la perfección, y los
que la diseñan también, porque si bien son trabajadores tecnificados, son
trabajadores al fin. Entonces el operario es el único que la puede hacer
producir y también no producir.
Esto lo podemos
ejemplificar así. Actualmente trabajo en una carpintería. Si yo tuviera tiempo
y el patrón tuviera ganas de emplear determinado tiempo en modificar la máquina
que manejo, lo lograríamos juntos. Es decir, habría que ver la manera de que
esa máquina fuera menos ruidosa, menos peligrosa, que sus contaminantes
derivaran hacia otro lado. En un establecimiento donde son muchas las máquinas
que producen ruido, siguiendo con el ejemplo anterior, habría que llegar, de
alguna manera, a esos parámetros y no a que el empresario pensara que es mejor
cerrar la fábrica. No creo que el propietario de las máquinas acceda a eso sino
que, más bien, tiene que ser "accedido", de alguna manera, llevándolo
a ese terreno. De lo contrario, jamás él, por sí mismo, va a determinarlo.
Porque de hecho su mentalidad hace que entre la productividad y la salud del
trabajador se quede con la productividad. No sólo en la Argentina sino en muchos
otros países existe esa mentalidad. Habría que llevar al empresario a cierto
grado de comprensión del problema.
……………………………………………………………………………
Se dice por ahí
que en las empresas grandes, por ejemplo en las automotrices, no hay
actualmente un solo caso de saturnismo. Pero hasta hace unos diez años, en la
sección Pulido de una gran empresa automotriz, donde trabajaban alrededor de
800 operarios y se pulía la carrocería con estaño, que contiene plomo, la
situación era muy grave. Solamente mencionar el hecho del pulido está ligado
al saturnismo. Los operarios contaban que todo era gris en el taller: las
ropas, las caras de ellos. La última reunión importante que tuvimos en el
Instituto en el 74 fue con esa gente. Ellos se dirigieron a nosotros porque a
través de un volante habían circulado noticias sobre las consecuencias que
produce el saturnismo. No pudimos satisfacer mucho su pedido porque ya nos
íbamos. De todas maneras, meses después me enteré de que esa sección había
parado por el problema del plomo. Y entonces optaban por derivar el trabajo a
una empresa que contrataban, para que ese trabajo se hiciera afuera. Pero el
problema subsiste. Puede ser que actualmente el contacto haya disminuido porque
trabajan en cámaras bastante aisladas. De todas maneras, nadie se encarga de
la gente que hace el trabajo afuera.
…………………………………………………………………
Otro problema
relacionado con las condiciones de trabajo se refiere al cumplimiento de las
normas legales. Escalonar la obligatoriedad de cumplir con dichas normas es un
criterio que, en principio, no me parece malo. Es una posibilidad. ¿Cómo se podría
poner en práctica? Sabemos, por ejemplo, que en los mineros el problema más
grave es el neumoconiótico, además de otros que también revisten especial
importancia. Entonces, atacar esa primera o primeras enfermedades y luego
seguir con las otras estaría bien. Pero hay que hacerlo. Sabemos que hoy, en
nuestro país, prácticamente no se ataca ninguna de esas enfermedades en
ninguna rama de la producción.
Es cierto que
se hacen o deberían hacerse inspecciones para controlar el cumplimiento de la
legislación. Pero tengo la impresión de que esta cuestión está bastante
viciada. Creo que, en líneas generales, no hay otra posibilidad, con respecto a
la situación en la Argentina ,
como no sean las comisiones obreras, ejerciendo cierto derecho en el ámbito
del trabajo.
Esto de la
participación obrera es fundamental para mejorar la situación. Además, no es
que al trabajador le guste trabajar 10 o 12 horas diarias sino que está
obligado a producir, porque es su vida. En cuanto al resto, no estoy seguro
acerca de si determinados industriales siguen produciendo porque sí, porque
están ganando mucha plata y no lo dicen o si prefieren derivar sus ganancias
hacia la especulación. Eso no lo sé bien. Y el trabajador es tratado, como
sabemos, sin grandes derechos …
…………………………………………
Con respecto a
la atención médica del trabajador, si éste no confía en los organismos
patronales, el médico de fábrica o la clínica de fábrica, le queda el recurso
de las obras sociales de los sindicatos. Pero ése es otro problema.
En líneas generales
la socialización de la medicina es un gran avance respecto de lo que era la
estructura médica en la
Argentina. Sin embargo, para el trabajador hay una cosa que
le falta cumplir, y es la relación médico-paciente. En la socialización de la
medicina esta relación prácticamente no existe. La empresa de curar y curarse
hace la relación entre el médico y el paciente. Es una empresa común. Pero voy
a esto: la relación médico-paciente es siempre una relación íntima,
precisamente porque es una empresa común en la cual hay que salvar o curar a
una persona. Y no solamente es el hecho de curar el médico sino de curar-se,
curar-me. Entonces, la socialización de la medicina tiene como defecto el hecho
de que esa relación médico-paciente casi no existe, porque hay muchos
especialistas, el paciente pasa por muchas manos, etcétera.
Pero además, en
el caso de las enfermedades profesionales, el trabajador profesional está
expuesto a un sinnúmero de problemas dentro de la fábrica. No existe solamente
el riesgo que puede producir inconvenientes de orden físico sino que hay
muchas posibilidades de sufrir problemas psicológicos que pueden acarrear
determinado tipo de trabajo, las tareas repetitivas, la fatiga, el estrés, los
constantes cambios de horarios, etcétera.
Por estos
motivos la relación médico-paciente debe ser muy cercana, para que de alguna
manera el médico empiece a conocer el cuadro general de la salud del
trabajador.
Además, como el
trabajador no tiene por sí un control médico, nunca sabe en qué condiciones se
encuentra, ni cuando entra a una fábrica ni cuando lo revisa el médico de la
patronal, de dentro o de afuera del establecimiento, ni cuando concurre a la
obra social. Se encuentra, de esta manera, totalmente desamparado.
Por el contrario, si aceptamos la existencia de las comisiones obreras de
control y seguridad, los mismos trabajadores pueden, a través de libretas sanitarias
individuales y generales de la
fábrica, comenzar a tener un cuadro clínico personal y general de su salud. Mi
idea es que cada trabajador tenga para sí su historia clínica. Esta experiencia
la hicimos en nuestro astillero. Cada persona que iba a ver al médico de la
fábrica o a la clínica de la empresa llevaba su libreta; en ella se registraba
nombre y apellido, qué trabajo hacía, cuántos años hacía que estaba en la
empresa, el diagnóstico y la medicación, con la firma del médico.
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